Desde las 00:01 del día de ayer (hora del este de EE.UU.), comenzó a regir el nuevo arancel del 10% a todas las importaciones hacia Estados Unidos, una medida anunciada por el expresidente Donald Trump el pasado 2 de abril durante el llamado “Día de la Liberación”. La política comercial, que afecta a 184 países y territorios, incluida la Unión Europea, marca el inicio de una nueva escalada en la guerra comercial impulsada desde la Casa Blanca.

La orden ejecutiva firmada por Trump contempla una única excepción: los productos ya cargados en barcos antes de la entrada en vigor del arancel no serán alcanzados por la medida. Sin embargo, el impacto comienza a sentirse en los mercados y en la economía doméstica. Expertos advierten que esta decisión encarecerá productos básicos como viviendas, automóviles y ropa, afectando principalmente a las familias de menores ingresos en EE.UU.

Además del arancel general, el documento oficial contempla un incremento adicional para ciertos socios comerciales estratégicos: un 20% para productos europeos y hasta un 34% para importaciones provenientes de China, que comenzará a aplicarse desde el 9 de abril. En respuesta, países como China y Canadá han anunciado contramedidas arancelarias, agudizando el conflicto comercial.

El temor a una recesión global ha crecido significativamente. Según el banco JPMorgan Chase, las probabilidades de una crisis económica global han aumentado del 40% al 60%. A su vez, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, alertó sobre el riesgo de una inflación persistente y una desaceleración del crecimiento económico. Los mercados financieros reflejan esta incertidumbre: Wall Street sufrió una caída de más del 10% en dos días, y la pérdida de capitalización bursátil supera los 6 billones de dólares.

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